Pues nada, aprovechando que todavía me dura la euforia, me voy a marcar una reseña del Salón del Cómic de Barcelona del que acabo de volver. Euforia porque, no sé muy bien si porque allí hay ilusión por el proyecto soberanista o porque la gente está hasta la polla de pasarlo mal y ha decidido protagonizar una evasión en masa, el Salón de este año ha sido espectacular.
Lo primero es lo primero: las cosplayers, mu ricas. Además, por primera vez he sido consciente de la aparición, debido a que el manga ya tiene en este país unos añitos y el arroz se pasa, de una nueva modalidad en este género, la Otaku MILF. Le doy la bienvenida a la posibilidad que ello nos ofrece a los que tenemos hijas de disfrutar del fenómeno sin sentimiento de culpa.
También me ha llamado la atención en el mismo sentido la proliferación, en los puestos de mercaderías orientales, de almohadas pintadas con personajes femeninos de tu anime favorito en ademán receptivo. Mu bien también, mi única queja es que no se les ocurriese 25 años atrás.
El elenco de autores invitados ha sido mucho más variado y numeroso que en las últimas convocatorias, aunque sin aspavientos. No habiendo verdaderos divos, los que han venido han sido todos gente muy maja y eso se nota en el ambiente. Manu Larcenet, Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, primero me pidió hachís porque le parecí un camello y luego me pidió perdón porque mi pinta de camello era tal que sospechó que podía ser en realidad un madero de incógnito. Y en el encuentro con Adam Hughes se dieron situaciones tan cachondas como que el intérprete, cuando alguien preguntaba directamente en inglés, le hacía al autor la traducción inversa al castellano por inercia como si «la aptitud para el español pudiese incrementarse sólo por estar ahí sentado», por citar el comentario a la sazón del propio Sr. Hughes.
Muchas novedades y avances editoriales también. Incluso los de Panini, que el año pasado fueron tan señoritos que ni aparecieron en el Salón, hicieron una presentación de una novela nostálgica en torno al cómic de los ochenta titulada «los chicos que coleccionaban tebeos», en homenaje a aquella historieta de Spiderman que yo había olvidado y cuyo recordatorio les agradezco sinceramente. Los de EDT, aunque dieron un poco de bajona nada más empezar (fue la primera presentación a la que fui) porque un solo señor presentó una sola novedad para el Salón, no parece que anden tan mal como se rumoreaba. El tal Sr. Navarro mostró entereza durante la presentación y la sensación que transmitió, al menos a mí, es que la forma de salir del atolladero pasará por innovar en cuanto al catálogo, lo que seguro que termina siendo bueno. Muy majo el pollo, por cierto, así como con barba y melenas que son rasgos con los que me identifico.
PlanetaDeAgostini sigue con sus movidas de Star Wars, como pretendiendo que sea una tercera franquicia al mismo nivel que DC y Marvel. Ojo, que lo mismo sí que lo es, no digo que no. Avanzan la publicación de una serie de cómics protagonizada por el personaje Torrente, de Santiago Segura, al que habrá que dar una oportunidad porque, por lo mostrado en la pantalla de la presentación han cuidado bastante la elección de dibujantes. Y digo dibujantes porque puede que cada uno de los volúmenes lleve uno distinto, dado que la cosa parece que va de viajes en el tiempo y tal.
Norma Editorial muy bien, como siempre. Aburrido incluso, de lo bien que lo hacen. Avanzan la publicación de, así que nos interese mucho por aquí, un volumen titulado «Wendigo», Lovecraftiano y dibujado por Charlie Adlard, el de los Muertos Vivientes. Me sé de alguno que lo ansiará. Y también van a enfatizar la publicación de títulos relacionadas con el universo superheróico de producción nacional «Crónicas de un héroe urbano», cuya adaptación al cómic tiene, por lo visto en el capítulo que iban regalando por el Ficomic, una pinta cojonuda.
Los de ECC presentaron antes que Norma, pero he trastocado el orden porque hicieron méritos para que se les deje para el final. Van a ir reeditando los cómics en grapa del Nuevo Universo DC de cuatro en cuatro y en rústica, en plan formato prestigio (eso incluye el Batman de Scott Snyder, por si me está leyendo el Wildchild). Y, redoble de tambores, edición nueva de Watchmen en junio, o sea ya mismo. Y poco después la de Sandman, en 10 tomos y supuestamente con la misma estructura de arcos argumentales de la edición aquella de Norma, con «poca diferencia de precio entre los tomos a pesar de la diferencia de páginas», según el director de ECC. Quien, por cierto, me impresionó tanto por su inteligencia como por su pluma, regalándonos esta última con uno de los mejores momentos de todo el Salón cuando, tras referirse a las distintas ediciones que han hecho de American Vampire pronunciado la frase «que todo el mundo disfrute, la tenga como la tenga», se vio obligado a precisar «la edición, me refiero» porque, como también confesó colocándose un rizo imaginario de pelo «uno tiene un pasado.»
Y lo mejor de todo, el gañán que, vestido con una camiseta de no sé qué equipo de fúrbol, tuvo que esperar detrás de mí en la fila para comprar las entradas al Salón mascullando maldiciones y horrorizándose de que hubiese «tanto friki», obligado a estar allí por su hijo que alucinaba en colores con cada una de las personas con las que se cruzaba (porque la fila zigzageaba por toda la plaça d’Espanya). No le dije nada porque, cuando le miré, le pillé mirando al crío y vi en sus ojos lo absoluto de su derrota. Así que me limité a evitar, con felinos movimientos, que se colase en la fila.
También me dio tiempo a ir de tiendas. Además de en Entenza Cómics y en la gran superficie que tiene Norma en el Triángulo Friki, estuve de nuevo en Kaburi, fantástica como siempre, y me pasé por primera vez por Gigamesh Juegos, que yo no sé cómo tienen tan poca vergüenza de tener tantísimos juegos de rol expuestos con tan poquísimo pudor. Alucinante, de verdad.
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