Arrea, cuanto polvo.

Pues si, los blogs en cuanto los descuidas un par de semanas, o tres para ser más exactos, dan una sensación de abandono que ni el apeadero del AVE de Yebes (gracias, gracias, ¿hay alguien de Guadalajara entre el público?). Así que me apresto a actualizar éste, aunque solo sea por motivos estéticos.

La librería en que se sustenta sigue donde quiera que estuviese y yo a su cargo, ha pasado el Salón del Cómic de Barcelona, del que volví con bien; también la Pascua Cristiana, que aproveché para ampliar la zona accesible del local con una zona de juegos; y, finalmente, atrás quedaron las primeras Sesiones de Juegos (que no «Jornadas», insisto, porque no llegaron al día y medio) del Centro Joven de la villa.

El Salón, bien. Me traje algún encargo y algún autógrafo de regalo (no tengo tantos clientes como para permitirme el lujo de no dar un trato exquisito altamente personalizado) y chafardeé acerca del mundillo todo lo que la brevedad de mi estancia me permitió. En Kaburi, una tienda de juegos con cafetería completa ubicada en el «triángulo friki» de Barcelona, me enorgullezco de haber encontrado un ejemplar del agotadísimo manual básico del juego de rol «Zombie: All flesh must be eaten» encuadernado cabeza abajo (lo que, personalmente, no considero que genere una plusvalía aunque habrá quien discrepe).

La semana siguiente, de Pasión, la dediqué a hacer reformas en la disposición del mobiliario y las existencias, porque ya no me cabían las novedades. Ha supuesto una pérdida de densidad expositiva, pero se irá abigarrando de nuevo para ajustarse a la idiosincrasia del sector.

En cuanto a las «Sesiones…» Lo más significativo es que he vuelto a fumar y me limitaré a vincular a este otro blog, para dar una idea de hasta qué punto se me fue de las manos el evento. Gracias a todas las personas físicas y jurídicas participantes, en serio.

Lo próximo, la prometida y esperadísima reseña de aquella novedad de Glénat cuyo mérito mencioné en la entrada anterior y en cuya redacción comprometí mi palabra.

Ah, el honor.